A Chema
There is a house in New Orleans
They call the Rising Sun
It's been the ruin of many a poor girl
And me, Oh Lord!
was one
Nueva orleans, la ciudad de Louis Armstrong y Tennessy
Williams, la ciudad de Canal Street
al borde del Mississipi, el de las vidas y obras de Huck Finn y Tom Sawyer… y del Katrina. La ciudad de los mil colores, raza, y
culturas.
¿Pero, qué le pasó a aquella chica del prostíbulo o casa de
juego de Nueva Orleáns? Por qué tuvo que irse de su casa a aquella ciudad a buscarse la vida? Seguro que su padre era un borracho y no podía mantener a su
familia. Solo tenía dos hijas. A lo mejor ese era el problema para él. No tener
un hijo machote al que enseñar a lanzar pelotas de béisbol. ¿qué iba a hace él
con dos hijas inútiles el tiempos de dura crisis, desempleo y hambruna hasta
para los blancos? Así que la chica dejó la casa con los pantalones vaqueros
nuevos que le cosió su madre y se fue a trabajar en lo que sólo las mujeres
como ella podían hacerlo. En alguna visita a casa su madre y su hermana le
decían que se alejara de aquella casa, que era la única manera de librarse de apostadores y borrachos. Pero quizá no eran muy diferentes de su
propio padre, así que, aunque se arrepiente de haber elegido aquella vida
vuelve en el tren a la casa de Nueva Orleans a arrastrar la bola con la cadena, como ella dice. ¿Pero
acaso pudo elegir? ¿Qué había en Nueva Orleáns para ella que no fuera The
rising sun?
Nadie tiene realmente muchas opciones. No se puede elegir nunca entre ser rico
o pobre, guapa o fea, de izquierdas o de derechas.
Todo el mundo en Nueva Orleans sabe que la verdadera House of the Rising Sun
estaba en la calle St. Louis , y que su nombre se debe a la madame que
regentaba el local, Marianne Le Soleil Levant, cuyo apellido francés equivale
en inglés a "The Rising Sun" y por eso puso ese nombre a la casa.
Pero nadie sabe como se
llamaba el autor de la canción ni
menos el de la chica que la protagoniza y que seguramente la cantó ella misma
más de una vez. En realidad la
cantó todas las noches durante algunos años ya en su madurez como una concesión de la madame a sus servicios
prestados en sus mejores tiempos hasta que al final acabaron abucheándola,
cansados los hombres de oir la misma historia. Una historia de la que ellos
mismos habían sido personajes secundarios, cosa que ya no querían reconocer y se acababan desentendiendo, sin querer darse cuenta de que eran ya tan maduros como ella y
las otras jóvenes les miraban con asco en la habitación. Ella, al terminar su
canción los miraría con pena,
sentiría más pena de ellos que de sí misma y saldría del pequeño escenario
haciendo un gesto de dignidad irguiendo el pecho y echándose la punta del
echarpe sobre el hombro. Si a ella no le quedaba más oficio que para cantar su número cada noche , a
ellos tampoco les quedaba mucho más que escucharlo aunque abuchearan al
final.
Pero cómo
terminó la historia? Algunas historias no terminan. Son siempre la misma historia y cuando
a alguien se le ocurre un final solo le sirve para hacer una película como
Prety woman o algo así pero en la realidad no existe un final. La chica ya madura regresa a la Casa
del Sol Naciente y la madame le dice, chica ya sabía yo que volverías, que no
te quedarías mucho tiempo en tu pueblo, aquel no es ambiente para una chica
como tú, vuelve a tu antigua habitación, descansa que mañana te espera una dura
tarea, que hay muchos que han preguntado por ti porque solo quieren estar
contigo. Mentira. Cada vez menos. Hasta que algunos días nadie la buscó y luego
algunas semanas enteras hasta que la madame le insinuó que era una carga para
la casa del sol naciente. Ya no puedes ni cantar tu historia, mon amour, se han
cansado de oir tus lamentos y además creo que les haces sentirse culpables de
algo ma petite fille. Pero ¿adónde
ir? Solo la calle está abierta para chicas como ella, solo el arroyo.