domingo, 27 de mayo de 2012

Misiva


A Chema
There is a house in New Orleans
They call the Rising Sun
It's been the ruin of many a poor girl
And me, Oh Lord! was one




Nueva orleans, la ciudad de Louis Armstrong y Tennessy Williams, la ciudad de Canal Street  al borde del Mississipi, el de las vidas y obras de  Huck Finn y Tom Sawyer… y del Katrina.  La ciudad de los mil colores, raza, y culturas.
¿Pero, qué le pasó a aquella chica del prostíbulo o casa de juego de Nueva Orleáns? Por qué tuvo que irse  de su casa a aquella ciudad  a buscarse la vida?  Seguro que su padre era un borracho y no podía mantener a su familia. Solo tenía dos hijas. A lo mejor ese era el problema para él. No tener un hijo machote al que enseñar a lanzar pelotas de béisbol. ¿qué iba a hace él con dos hijas inútiles el tiempos de dura crisis, desempleo y hambruna hasta para los blancos? Así que la chica dejó la casa con los pantalones vaqueros nuevos que le cosió su madre y se fue a trabajar en lo que sólo las mujeres como ella podían hacerlo. En alguna visita a casa su madre y su hermana le decían que se alejara de aquella casa, que era la única manera de librarse  de apostadores y borrachos. Pero  quizá no eran muy diferentes de su propio padre, así que, aunque se arrepiente de haber elegido aquella vida vuelve en el tren a la casa de Nueva Orleans  a arrastrar la bola con la cadena, como ella dice. ¿Pero acaso pudo elegir? ¿Qué había en Nueva Orleáns para ella que no fuera The rising sun?
Nadie tiene realmente muchas opciones.  No se puede elegir nunca entre ser rico o pobre,  guapa o fea,  de izquierdas o de derechas.
Todo el mundo en Nueva Orleans sabe que  la verdadera House of the Rising Sun estaba en la calle St. Louis , y que su nombre se debe a la madame que regentaba el local, Marianne Le Soleil Levant, cuyo apellido francés equivale en inglés a "The Rising Sun" y por eso puso ese nombre a la casa. Pero nadie sabe  como se llamaba  el autor de la canción ni menos el de la chica que la protagoniza y que seguramente la cantó ella misma más de una vez. En realidad  la cantó todas las noches durante algunos años ya en  su madurez como una concesión de la madame a sus servicios prestados en sus mejores tiempos    hasta que al final acabaron abucheándola, cansados los hombres de oir la misma historia. Una historia de la que ellos mismos habían sido personajes secundarios, cosa  que ya no querían reconocer y  se acababan desentendiendo, sin  querer darse cuenta de que eran ya tan maduros como ella y las otras jóvenes les miraban con asco en la habitación. Ella, al terminar su canción  los miraría con pena, sentiría más pena de ellos que de sí misma y saldría del pequeño escenario haciendo un gesto de dignidad irguiendo el pecho y echándose la punta del echarpe sobre el hombro. Si a ella no le quedaba más oficio que  para cantar su número cada noche , a ellos tampoco les quedaba mucho más que escucharlo aunque abuchearan al final.  
Pero cómo  terminó la historia? Algunas historias no terminan.  Son siempre la misma historia y cuando a alguien se le ocurre un final solo le sirve para hacer una película como Prety woman o algo así pero en la realidad no existe un final.  La chica ya madura regresa a la Casa del Sol Naciente y la madame le dice, chica ya sabía yo que volverías, que no te quedarías mucho tiempo en tu pueblo, aquel no es ambiente para una chica como tú, vuelve a tu antigua habitación, descansa que mañana te espera una dura tarea, que hay muchos que han preguntado por ti porque solo quieren estar contigo. Mentira. Cada vez menos. Hasta que algunos días nadie la buscó y luego algunas semanas enteras hasta que la madame le insinuó que era una carga para la casa del sol naciente. Ya no puedes ni cantar tu historia, mon amour, se han cansado de oir tus lamentos y además creo que les haces sentirse culpables de algo ma  petite fille. Pero ¿adónde ir? Solo la calle está abierta para chicas como ella, solo el arroyo.