En esta foto aparece la fuente que construí en mi jardín. Con una maceta, una teja , cuatro piedras volcánicas y una bomba. Fábula de fuentes llama Jorge Guillén a la infanciay luego glosa el verso García Lorca en Tu infancia en mentón:
Tiempo en profundidad: está en jardines.
Mira cómo se posa. Ya se ahonda.
Ya es tuyo su interior. ¡Qué trasparencia
de muchas tardes, para siempre juntas!
Sí, tu niñez: ya fábula de fuentes.
Es que a mí , cuando era niño, lo que más me sorprendía cuando
visitaba a mis tíos y abuelos en los cortijos de la sierra de Segura era ver
fuentes por el campo, fuentes cuidadas por los que pasaban, frescas y limpias
donde todo el mundo podía beber y donde se saludaba la gente y, como
obligadamente bebían agua mientras se intercambiaban palabras de cortesía y
circunstancias. Se preguntaba por los enfermos y por los ausentes, que
normalmente estaban en Barcelona o Palmas, que es como llamaban a Palma de
Mallorca. Luego se despedían también cortésmente y si eran desconocidos se
llamaban entre sí hermano o hermana si eran mayores. Todas las fuentes estaban
redadas de árboles y al borde de los caminos. En las más castizas el
agua del venero se recogía mediante una teja como en mi fuente
o se le adaptaba una caña o un tubo. La teja vertía el agua en un tronco
ahuecado al efecto para que bebieran las bestias de carga y a veces eso tronco
se vertía en otro más puesto sobre piedras grandes de manera desigual
adaptándose al terreno. Las que había construido el gobierno estaban al
borde de las carreteras porque aparecieron con la obra. Eran de piedra y
cemento y tenían un caño de bronce y un pilar grande y alto. Muchas tenían
una placa en relieve con el distintivo del organismo oficial que las
construyó, generalmente algo parecido a un hacha y un martillo rodeados
de brotes de olivo, eso en pleno franquismo. Tengo desde hace más de veinte
años como llavero una medalla de bronce que le dieron a mi padre
por ser guarda forestal y lleva ese logotipo. Cómo no me voy a acordar.
Eran carreteras de tierra y algunas fuentes se mantuvieron al recubrirlas
de asfalto muchos más tarde. Todavía cuando me encuentro alguna me gusta
pararme y beber agua, pero cada vez es más difícil por el tráfico. Los
patricios y emperadores romanos y los reyes y nobles castellanos también
ponían sus escudos y placas conmemorativas. Carlos V hizo construir una en
Segura de la Sierra, un pueblo frente al mío. Durante la Segunda República se
construían de ladrillo visto con perfiles y lóbulos sencillos pero sólidos y
algunas tienen como un atrio con bancos de la misma obra para sentarse en
semicírculo y pasar la tarde de charla. Naturalmente, cuando vi los lavaderos
públicos de Parcent y de Belreguart, creo que era y otro en un pueblo al
pie del Cavall verd me recordaron aquellas fuentes y aquellos tiempos aunque
eran lavaderos municipales, fuentes de pueblo y no fuentes del campo, sin dueño
ni autor. Eran los tiempos en que a nivel de comunidad o
individualmente había una idea de lo público como algo bueno para todos,
respetable por socialmente útil. Lo público socializa y la sociedad
es gracias a lo público. ¿Por qué es tan difícil de entender para algunos?
Hasta una humilde fuente del campo nos puede explicar la historia y por tanto
qué somos y de donde venimos y algunos la quieren borrar para confundirnos o
hacernos ignorantes. Quieren borrar dos mll años de pensamiento , de memoria
colectiva. Ellos son los ignorantes. En fin, que me hice una fuente porque
estaba obligado a ello, no porque soy un caprichoso. Yo sé quien soy y de donde
vengo y por qué hago las cosas.