viernes, 10 de agosto de 2007

Mirada


Esta es la mirada perpleja que dirigí hacia arriba aquella tarde al sentir el tacto desconocido de la mano que debería ser de mi padre. Al descubrir su cara me di cuenta aterrado de que aquel no era mi padre. En aquel momento hubo un tráfico intenso de sensaciones; se cruzaron dos miradas de las que brotaron una perplejidad y una certeza: aquella mano ajena tenía su correspondencia, como yo me temía, con una cara ajena, y a su vez , el hombre debió sorprenderse de que un niño desconocido le cogiera distraídamente de la mano y la soltase rápidamente como con asco . Nos miramos y los dos comprendimos. Estaba perdido. Miré alrededor y todos los hombres vestían traje oscuro y camisa blanca como mi padre. Imposible reconocerlo entre tantos iguales. Aquel día habíamos ido al fútbol vestidos de domingo. Me peinó mi madre, me puso corbata de goma camisa rosa y pantalón corto. No me acuerdo del campo ni de los jugadores, quizá también de uniforme. Sólo recuerdo que me perdí entre una multitud de hombres vestido con traje oscuro que esperaban de pie que comenzase el encuentro.

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